sábado, 30 de mayo de 2009

Tan fugaz como eterno


Te espere, sin saberlo, ardiente de deseo.


Soñé, sin quererlo, con el eterno beso frente a la estación de metro.

Desperté, y volví a sentir el calor de tu piel rozando, suavemente, los recovecos de mi ser.

Fue fugaz, tan sólo un segundo, en la eternidad de tus carnosos besos que yo había imaginado.

Tan breve, que desapareciste estando a mi lado.


Me hiciste creer, antes de volver, que las princesas y los cuentos de hadas volvían a existir en mi mente.


Alimentaste en la distancia el anhelo de volver a fundirme en tu incandescente tegumento.

Pero, una mañana, tus brazos soltaron mi cuerpo, y lo dejaron caer al vacio de los sentimientos no correspondidos.

Dejándolo morir de pena, tomaste tu vuelo perdiéndote, para siempre, en tu lejana tierra.